Se estima que más del 40% de las personas con cáncer padece disfunción sexual. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la interrupción de las relaciones íntimas no se debe a una imposición médica. Se ha comprobado que, con el tratamiento adecuado, muchos recuperan su sexualidad.
La extirpación de las mamas (mastectomía) trastoca la imagen corporal y, por lo tanto, las relaciones íntimas. “A veces se produce cierto rechazo por parte del cónyuge, producto del impacto inicial, pero luego se va aceptando y adaptando hasta recuperar la intimidad”, comenta Ellen Domenech, representante de “Siempre vivas”, una ONG española que defiende los derechos de las mujeres en condición oncológica.
Otra mujer, que prefiere no dar su nombre, experimentó una suerte de renacer sexual: “Me diagnosticaron hace cinco años, cuando tenía 52. Estaba tan inmersa en el trabajo que no tenía tiempo para ocuparme de mi salud. Llevaba seis meses con un bulto en una mama, primero sentí temor hasta que decidí acudir al médico. Tras hacerme una mamografía comprobaron que tenía un tumor maligno. Lógicamente, con el golpe del diagnóstico y la noción de que mi vida corría peligro, lo último en lo que podía pensar era en el sexo. En todo caso, mis relaciones conyugales venían siendo bastante escasas en los últimos meses, debido a la situación de estrés laboral que atravesaba”.
Sin embargo, su perspectiva vital pronto experimentó un cambio radical. “Fue todo muy rápido: el ingreso, la intervención y la salida del hospital. Los cuatro meses de quimioterapia los viví como un periodo de relajación, alejada de la angustia que me provocaba la oficina”, explica. El resultado fue que no sólo no tuvo que soportar ninguna disfunción sexual, sino que incluso recobró el deseo perdido.
Un tema tabú
La historia de esta mujer no puede, ni mucho menos, generalizarse a todas las personas con cáncer. Pero este tipo de testimonio es importante para romper el tabú que existe al respecto. Tratar estos temas en la consulta médica oncológica sigue siendo un reto pendiente.
Yolanda Escobar, médico adjunto del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y miembro de la sección de cuidados continuos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), reconoce: “Las altas cifras de personas con cáncer que sufren algún tipo de disfunción sexual contrastan con la poca conciencia que existe en la práctica clínica respecto a estos temas a los que los propios afectados suelen restar importancia”.
Graciela García, oncóloga radioterapista y asesora del Comité Técnico de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), señala que “cuando les mandamos al psicólogo, muchas veces nos encontramos con que no quieren ir. Las mujeres aceptan más que los hombres acudir por otras cuestiones relacionadas con su salud mental y, según mi experiencia, ninguno lo hace por temas relativos a la sexualidad”.
Quienes logran liberarse de los prejuicios culturales descubren que es mucho lo que se puede hacer para mejorar este aspecto tan ligado a la calidad de vida de la persona. De hecho, se calcula que aproximadamente un 70% de las personas en condición oncológica con disfunción sexual mejora con tratamientos adecuados. La Dra. Escobar considera que “lo fundamental es que tengamos la sensibilidad de reconocer el problema. Tenemos que ser capaces de generar en las personas afectadas una confianza suficiente para que hable del tema. Con eso ya ganaríamos muchísimo”.
La experta ilustra su argumentación con ejemplos de consejos que se le pueden ofrecer: “Cambios posturales que disminuyan el dolor durante el coito o utilizar sostenes sexis para las mujeres operadas de mama”. El siguiente paso es saber cuándo remitir a la persona a a la consulta de ginecología o a un psicólogo especializado en terapia de pareja.
Factor emocional
En todos los cánceres hay que tener en cuenta los factores emocionales, que pueden traducirse en ansiedad y depresión. La autoestima también suele salir perjudicada tras los cambios corporales (amputaciones, alopecia, pérdida de peso, cicatrices) asociados al tratamiento.
“Otros factores son el cansancio, el dolor y los cambios en las relaciones de familia”, agrega Eva Béjar, psicooncóloga de la AECC y explica que existen distintas opciones de tratamiento psicológico, adaptadas a cada caso. “Hay terapias en las que se incluye a los dos miembros de la pareja y se procura focalizar su atención en sus sensaciones y dificultades. Se les educa en comunicación emocional y se procura favorecer una actitud abierta”. El proceso “suele ser bastante lento”, se lamenta la psicóloga, “porque es un tema que no solemos abordar fácilmente en nuestra cultura”.
Más allá del coito
Los especialistas en salud mental también tienen la misión de ayudar a reformular la vida íntima a quienes sufren complicaciones orgánicas debidas al tratamiento, tales como estrechamiento de la vagina o disfunción eréctil. “En esos casos, resulta esencial educar a persona en una sexualidad no centrada en lo genital o el coito, sino en la búsqueda del placer desde un concepto más amplio”, señala Béjar.
Fuente: Sumedico.com
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