
Los libros ayudan a equilibrar o contrarrestar el enorme poder de los teléfonos celulares y de las pantallas. Al contrario que ellas, el libro desconoce nuestras ideas, no tiene información sobre nosotros y no nos interrumpe constantemente con notificaciones
Asi lo plantea la escritora española Irene Vallejo, autora de ”El infinito en un junco”,La invención de los libros en el mundo antiguo (2019), un ensayo sobre el origen y la evolución del libro donde expone interesantes consideraciones.
Refiere que el libro, en su versión de papel o electrónico, tiene todavía mucha vida por delante, como lo dejan claro en todo el mundo las “comunidades de lectores” y las ferias de libros que registran convocatorias masivas.
No niega los peligros de la tecnología cuando se compara un libro con un teléfono celular. Gracias a los buscadores con que están equipados, los teléfonos nos proporcionan contenidos que confirman nuestras ideas y nos halagan haciéndonos creer que formamos parte de una mayoría cargada de razones.
Por el contrario, indica la autora, el libro y la literatura “nos llevan hacia el otro, son la experiencia más parecida a entrar en la piel de alguien»; además, “ignoran nuestras ideas cuando lo estamos leyendo, no tienen información sobre nosotros y no nos interrumpe con notificaciones”, definiendo así al libro como el verdadero refugio de la confidencialidad.
Para no sonar pesimista ni agorera, Vallejo no reniega de las tecnologías (de hecho, es muy activa en redes sociales), sencillamente, cree que habrá lugar en el mundo para que convivan el libro y el teléfono, y lo importante es que se garantice la libertad de elección y el acceso a todas aquellas personas que, sea cual sea su origen o sus medios, tengan sed de conocimientos.
Por otra parte, la mayoría de los investigadores concuerdan en que la experiencia de la lectura en pantalla o lectura digital es muy diferente a la de leer material impreso. La naturaleza y calidad de ambas experiencias todavía están debatiéndose en los ámbitos académicos.
Hasta el momento sabemos poco sobre las consecuencias del bombardeo diario de información escrita al que somos sometidos cuando estamos frente a alguna de las pantallas que nos acompañan en nuestra cotidianidad.
Estamos protagonizando una revolución cultural. Al contrario de las ocurridas en otros momentos de la historia de la humanidad, cuando sólo un número reducido de personas podían acceder al conocimiento, el implacable avance tecnológico hace que todos seamos parte de esta revolución. Cada día que pasa los habitantes del mundo, de una manera u otra, “leen” más. Sin embargo, es un tipo de lectura superficial, mas bien un “scaneo”.
La lectura es la actividad cultural más importante junto a escuchar música, por lo tanto, debemos defenderla. La revolución digital produce olas gigantes que llegan a nosotros a través de las más variadas pantallas. Ante esta situación vale recordar una cita que dice: “No puedes parar las olas. Pero puedes aprender a surfearlas”.
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