Luisa Rodríguez Táriba, presidenta de Funcamama, fue distinguida como una de las diez venezolanas que brillaron este 2020.
El galardón es otorgado por el portal informativo Efecto Cocuyo a “Mujeres que superaron obstáculos, inspiradoras, que abrieron caminos”.
Por cuarto año consecutivo, Efecto Cocuyo aplaude la perseverancia de 10 mujeres que brillan por su creatividad, constancia y compromiso social.
“Llegue a ellas nuestro más sincero abrazo y admiración”, refieren en su nota de prensa.
Junto con Luisa Rodríguez Táriba recibieron el reconocimiento: Flor Pujol, bióloga, experta en virología. Anitza Freitez, profesora coordinadora de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi). Elisa Vegas, clarinetista y directora de la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho. María Graciela López, presidenta de la Sociedad Venezolana de Infectología. Oriana Altuve, quien este año ganó el premio a la Mejor Jugadora Iberoamericana del fútbol español. Noelbis Aguilar, docente y directora nacional del Programa Escuelas Fe y Alegría. Tania Sarabia, actriz y humorista, activista en campañas de prevencion del cáncer de mama. Aimeé Zambrano, coordinadora de investigación del Comando Creativo y Arca, nombre artístico de la cantante Alejandra Ghersi.
La nota de presentación de la presidenta de Funcamama dice lo siguiente:
Luisa Rodríguez Táriba
Para los pacientes oncológicos, la salud no puede esperar a que pase la pandemia ni la emergencia humanitaria compleja en Venezuela. Lo sabe Luisa Rodríguez Táriba, presidenta de la Fundación de Lucha Contra el Cáncer de Mama (Funcamama), quien desde la institución que dirige se ha dado a la tarea de coayudar en la atención de cánceres femeninos y enfermedades no transmisibles.
Este año, junto al Centro de Justicia y Paz (Cepaz), Acción Solidaria, Prepara Familia y SenosAyuda, la organización consiguió que la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (Cidh) dictara medidas cautelares a 12 mujeres con cáncer de mama. Determinaron que se encuentran en una situación de gravedad y urgencia debido a que sus derechos a la vida, integridad personal y salud están “en riesgo de daño irreparable”.
La institución ha tenido que lidiar con las fallas de servicios públicos para poder atender a quienes acuden a su sede, ubicada en el estado Carabobo. Durante la cuarentena en Venezuela, trabajaron con pocas horas de electricidad y dos días de servicio de agua a la semana.
Si bien las dificultades no hacen más sencillo el trabajo de la organización, la vocación de servicio de su personal sigue intacta.
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