En salud, cuidado con lo que buscas

Muchas personas que transitan una afección crónica, por impaciencia, desconfianza o desesperación, abandonan su tratamiento medico y buscan otras alternativas sin la debida precaución, poniendo en grave riesgo su vida.

Es común que cualquier persona cuando contrae una afección crónica busque todas las alternativas posibles para sanar. Inicialmente acude a consulta médica y se le prescribe su respectivo tratamiento, pero, en muchas ocasiones, por impaciencia, desconfianza o desesperación, apela a remedios naturales o terapias alternativas. Por ello, es importante reflexionar sobre la validez o no de estos métodos.

La primera consideración es que abandonar el tratamiento ya prescrito nunca es la mejor salida y utilizar varias alternativas al mismo tiempo, debe ser acordado y controlado para que no produzca consecuencias negativas.

También debemos tener en cuenta las aclaratorias correspondientes. Terapia alternativa hace referencia a tratamientos no convencionales que se usan en lugar del tratamiento estándar, mientras que la terapia complementaria se refiere a métodos que se usan junto con el tratamiento convencional.

En este sentido, la ciencia médica ha evolucionado hacia un enfoque integral y sus protocolos de atención han venido cambiando, al punto que hoy en día se utiliza el término medicina integral o integrativa para referirse a un tipo de atención médica que combina el tratamiento médico convencional (estándar) con terapias complementarias y alternativas que demostraron ser seguras y eficaces.

Esta nueva forma de hacer medicina representa un auténtico nuevo paradigma médico –un nuevo modelo de hacer medicina–, que en realidad es un modelo antiguo porque rescata la visión hipocrática del “arte de recuperar la salud”. Este modelo nuevo/antiguo fusiona los conocimientos de la medicina occidental, científico-tecnológica –medicina de la evidencia–, con los hallazgos de medicinas ancestrales como la china o la de los pueblos originarios latinoamericanos. Se comporta como un nuevo sistema que no sólo añade otro recurso a los que ya utiliza. De manera que no es medicina integrativa cuando simplemente se sustituyen los antibióticos por homeopatía o los analgésicos por acupuntura. No es sólo eso, como algunos creen. Es mucho más, porque no es una nueva especialidad, es medicina integral porque atiende los aspectos globales del individuo: mente, cuerpo, espíritu y aspectos sociales. Y en donde el modelo de actuación entre persona afectada y profesional médico o terapeuta, también cambia, con un nuevo rol del “paciente” por lo que, incluso, deja de ser llamado “paciente”, ya que en este nuevo modelo es alguien que se empodera de su salud, no la deja únicamente en manos de médico o el terapeuta. Deja de ser un ente pasivo, se compromete y participa en su proceso de sanación, por ejemplo, cambiando su estilo de vida.

Precisamente, en función a este nuevo enfoque, debemos ser más cuidadosos y responsables al momento de acudir a tratamientos no convencionales, sobre todo en los casos de afecciones crónicas o cáncer. En algunos casos, los métodos complementarios o alternativos ayudan a superar este tipo de afecciones, cuando se usan adecuadamente junto con un tratamiento convencional y bajo la supervisión de un profesional calificado.   Pero estos métodos aplicados erróneamente, en manos de personas inescrupulosas, lejos de beneficiar pueden provocar consecuencias mortales.

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