
Macarena Rodríguez tenía 31 años cuando le encontraron un tumor maligno en una de sus mamas. El diagnóstico la obligó a tomar una decisión difícil: someterse a una mastectomía doble. Ya tenía un hijo y después de la cirugía tuvo otros dos, de manera que le tocó ser madre con mamas y si ellas.
Macarena Rodríguez es uruguaya, licenciada en Audiofonología, para el momento del diagnóstico tenía un hijo de un año y con la mastectomía doble (es decir, la extirpación de las dos mamas) se enfrentó al dilema de no poder amamantar si tuviera más hijos. Pero le dio prioridad a su propio bienestar, tanto físico como psicológico. Esta es su historia.
Todo comenzó después que tuvo su primer hijo, en 2014. Un día estaba en la ducha y decidió palpar sus mamas, haciéndose el autoexamen. Se dio cuenta que tenía un bultito de un tamaño palpable. Podía sentirlo fácilmente.
“Recuerdo muy bien ese momento al salir de la ducha. Me senté al borde de la cama y pensé: y ahora ¿Qué hago?’. Estaba asustada. Consulté inmediatamente a mi ginecólogo, me revisó y me dijo que me quedara tranquila, que probablemente era producto de la lactancia de mi primer hijo. Y me mandó a mi casa”.
Pero ella no se quedó tranquila, revisó un directorio medico para buscar un especialista en mamas. Fue a consulta con un mastólogo, quien la remitió a hacerse una ecografía mamaria y una mamografía. Al evaluar los resultados de estos exámenes, el médico le dijo que eran preocupantes y que le haría una punción.
“Una semana después -recuerda Macarena- recibí la llamada. Estaba en mi departamento sola con mi bebé. Y entonces el doctor me dio la noticia: era un tumor maligno y había que seguir estudiándolo. Mandó hacer una biopsia. Fue un momento horrible, me puse a llorar, mi hijo me miraba desconcertado. Sentí mucho miedo”.
El tumor estaba detrás de la areola y era grande. El doctor evaluó el caso con otros especialistas, pensaban que podía ser infiltrante, es decir, que podría diseminarse a otras partes del cuerpo. Le propusieron retirar la mama donde estaba el tumor, hacer una cirugía conservadora.
“Pero para mí -refiere Macarena- era inevitable pensar en mi otra mama y en la probabilidad de desarrollar otro tumor. Sabía de muchos casos similares. Me dijeron que me podían hacer un estudio genético para ver qué tan posible era eso. Si me daba positivo, tendría la opción de volver al quirófano y sacármela también. Pero era entrar dos veces al quirófano, con todo lo que eso significa, y además con un hijo pequeño del que hacerme cargo. Además, si tú te quedas con la otra mama, profilácticamente te tienen que dar anti estrógenos, lo que induce a una menopausia precoz y pierdes calcio de los huesos. Con todo esto en mente, tomé la decisión de hacerme una mastectomía doble con reconstrucción”.
Para Macarena no fue una decisión fácil. Muchos la querían convencer de lo contrario. Le decían que todavía era muy joven, que pensara en una futura lactancia en caso de que tener más hijos.
“Seré sincera. Si bien yo siempre quise tener más hijos, en ese momento sólo pensaba en el hijo que tenía y en poder soplar todas las velitas de cumpleaños con él. Así que hice mi duelo y me sometí a la operación”.
Descubrieron que el tumor no se había propagado, por lo que no necesité de otros tratamientos. La mama donde tenía el tumor se la reconstruyeron completamente y le tatuaron un pezón. En la otra, le dejaron el pezón con un poco de tejido para que no se produjera una necrosis (muerte total del tejido).
“Un tiempo después, en 2017, quedé embarazada de mi segundo hijo. En ese momento revivieron mis dudas. Fue un tránsito difícil porque ahora tenía que aceptar que iba a ser una mamá sin mamas. Y que no podría amamantarlo”.
Cuando Macarena se reintegró a su trabajo, retomó un proyecto con una psicóloga en el que visitan las salas de espera de los hospitales para asesorar a las madres. Uno de los temas principales era, precisamente, la lactancia materna.
“Y pensaba: estoy dando consejos de algo que yo no puedo hacer. Había momentos en que hacía una pausa y me iba a llorar al baño. Una lloradita y a seguir adelante, como se dice. Un día también pensé: ¿Sabes qué? Defendí el derecho de mis hijos a tener una mamá que esté viva, y que esté afectivamente disponible. Y decidí compartir también este testimonio, contar mi historia. Creo que hay que sacarse la culpa. Yo sé lo que es ser madre con mamas y sin mamas. He estado de los dos lados. Y puedo asegurar que mis tres niños han crecido sanos. Puedo asegurar que no tuve un vínculo distinto con mis dos hijos menores al que tuve con mi primer hijo, a quien sí pude amamantar. Como mujeres y como madres, somos mucho más que un cuerpo o una parte de él”, concluye Macarena que actualmente tiene 41 años.
Fuente: BBC Mundo
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