Adiós a la sal: la OMS pide que se deje de consumir

Desde hace tiempo se viene advirtiendo que su consumo frecuente no es recomendable, pero ahora la Organización Mundial de la Salud hace un llamado a reemplazar la sal común utilizada en los hogares por sustitutos con menos sodio.

El consumo excesivo de sal (cloruro de sodio) es una preocupación de salud pública desde hace décadas. La evidencia científica ha demostrado que un alto consumo de sodio puede provocar hipertensión, un trastorno que afecta a uno de cada tres adultos. La hipertensión, a su vez, aumenta el riesgo de afecciones cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y enfermedades renales.

Según estimaciones de la OMS, el consumo excesivo de sal causa 1,9 millones de muertes cada año en el mundo. La organización recomienda no ingerir más de 2 gramos de sodio al día, pero la mayoría de las personas consumen más del doble de esta cantidad, alcanzando en promedio los 4,3 gramos diarios.

Ante la dificultad de reducir el consumo de sal, la OMS propone una alternativa: la sal enriquecida con potasio. Este sustituto mantiene el sabor salado, pero reemplaza parte del cloruro de sodio por cloruro de potasio, un mineral esencial para el organismo.

El potasio es fundamental para numerosas funciones corporales y se encuentra en grandes cantidades en frutas y verduras. Sin embargo, mientras que la mayoría de las personas consumen sodio en exceso, muchas no alcanzan la ingesta diaria recomendada de potasio, que es de 3,5 gramos según la OMS.

La sal enriquecida con potasio no solo ayuda a reducir el consumo de sodio, sino que también aumenta la ingesta de potasio, contribuyendo así a disminuir la presión arterial. Grandes estudios han demostrado que su uso reduce el riesgo de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y muerte prematura.

Además, su principal ventaja es que puede sustituir la sal común sin modificar la forma en que se cocina. Se utiliza en la misma cantidad y mantiene un sabor similar, lo que facilita su adopción. En el estudio más amplio realizado hasta la fecha, más del 90 % de los participantes seguían usando este sustituto después de cinco años.  Si se implementa de manera generalizada, este cambio podría prevenir millones de infartos y accidentes cerebrovasculares en todo el mundo cada año.

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