
Las investigaciones históricas han demostrado que el cáncer de mama no es una afección moderna. No solo existen registros que se remontan al antiguo Egipto sino personajes relevantes de otros tiempos a los que le diagnosticaron esta patología. En esta oportunidad nos vamos a referir al caso de dos reinas del siglo XVII.
Las crónicas escritas por los médicos de otras épocas son de inestimable ayuda para conocer qué mujeres fueron afectadas por el cáncer de mama, su desarrollo y los tratamientos aplicados. Uno de estos importantes documentos registra los casos de dos soberanas que, además, eran familia.
El primero de ellos es Ana de Austria, reina de Francia, quien fue diagnosticada de un cáncer de mama en estado avanzado, en 1664. Falleció en 1666, a causa de un “zaratán” como por entonces se llamaba a esta patología.Es uno de los primeros casos certificados de la historia. Llama la atención que Ana fue tía carnal de Mariana de Austria, la reina viuda, que es el segundo caso al que nos vamos a referir.
Mariana de Austria, fue reina consorte de España, segunda esposa de Felipe IV. El médico que la atendió informó: “Hace seis días que nuestra Altísima Reina nos mostró un tumor que tiene en el pecho izquierdo (y que de mucho tiempo atrás ocultaba) de la magnitud y tamaño de la cabeza de un recién nacido. Aunque no se haya entre las costillas, tiene su raíz en ellas, y avanza, y avanza hacia el exterior mostrando en su superficie cinco o seis excrecencias duras como piedras. (…) de todo lo cual se deduce que se trata de un cáncer del que habla Galeno, y al que Cornelio Celso llama “carcinoma”. No se ha extendido aún, pero su color y los dolores que produce hacen temer que se extienda pronto. Madrid, 5 de abril de 1696.”
Trataron de sanar a la soberana utilizando todos los recursos médicos disponibles sin resultados favorables. El 16 de mayo de 1696 falleció en Madrid la reina Mariana de Austria.
Varios aspectos a considerar en cuanto al cáncer de estas reinas. Primero el factor genético, ya que eran hermanas. Luego, el diagnóstico tardío considerando que ambas ocultaron su enfermedad, quizás por ignorancia o por vergüenza. También hay que tomar en cuenta sus vidas desdichadas, casadas por conveniencias políticas, una a los 14 años y otra a los 13, con maridos que no les correspondían amorosamente y las hacían sufrir. Un cuadro emocional que se corresponde con los avances actuales de la psiconeuroinmunolgia que indican como episodiios traumaticos en la vida de una persona se asocian con el desarrollo de tumoraciones malignas.
Por supuesto, faltaban siglos para que la medicina dispusiera de los suficientes medios y conocimientos para poder no solo curar, sino abrir el camino para lograr el diagnóstico precoz que es la mejor herramienta para salvar vidas.
Arnaldo Rojas
Leave a Reply